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El concejo, emblema del veraneo en la comarca, es rico también en atractivos tierra adentro
El río Porcía es la línea divisoria entre El Franco y Tapia de Casariego; de ahí que no estaría de más dejar el coche en el viejo puente de la antigua carretera y perderse entre parajes de ensueño en torno al río. Es un lugar perfecto para desintoxicarse de las tareas cotidianas. Las arboledas jugosas, los prados vigorosos, los viejos molinos son estimulantes hasta para el espíritu menos sensible.
Tapia desde hace muchos años es por antonomasia el lugar del veraneo de toda la comarca occidental. Además de lo que es la estructura del pueblo en sí misma, cuenta con dos elementos de primera magnitud para su merecido crédito. La playa, o las playas, ya que el arenal se extiende de punta a punta, y el puerto. Las playas están situadas en zona urbana, lo que permite ir caminado a ellas, y la principal y más visitada, la de los Campos, ha sido galardonada varias veces con la bandera azul, al igual que Penarronda, viéndose compensados los esfuerzos de conservación y acondicionamiento que viene llevando a cabo el Ayuntamiento en todo el entorno de la playa.
Como la playa, de arena blanca y suave, es además muy segura y de enorme interés para la práctica del deporte, no es de extrañar que resulte apetecible desplazarse a este concejo del occidente asturiano. El puerto es otro de los grandes ganchos de Tapia. Forma un anfiteatro natural grandioso flanqueado por los barrios de San Blas y de San Sebastián. Además del tipismo de los pueblos marineros, la pesca, la entrada y salida de embarcaciones, la terminología propia de la profesión, es el lugar donde se concentra todo el ambiente nocturno de la comarca.
Terraza en verano
Puede decirse que el puerto tapiego arrasa en verano, convirtiéndose en una terraza permanente sobre el agua. Pero Tapia no es sólo el puerto y la playa. El interior del pueblo reúne el interés suficiente como para encontrarse en él con comodidad. Las calles típicas, la zona del faro, los miradores sobre el puerto son elementos que hacen de Tapia un lugar acogedor y cosmopolita al mismo tiempo.
Cuenta, no obstante, la costa tapiega con otras playas de sumo interés, cualquiera de ellas merecedora de ser visitada. La de La Paloma, de arenas limpias y verde prado juntos, la de Serantes, otra imponente playa cada vez más frecuentada, la bellísima de La Mixota, discreta y más dada al nudismo, la de A Ribeira, aprovechando la bajamar, y la de Penarronda, otro coloso de arenal que limita con Castropol y que es compartida con este municipio.
Pero el interior del concejo de Tapia de Casariego también está cargado del interés paisajístico. Dentro de las muchas posibilidades se recomienda una visita a La Roda, al valle de San Agustín con regreso por La Veguina, con praderías y castaños centenarios a la orilla del Porcía que hacen las delicias de cualquier persona que se acerque a la zona.
Desde el mirador del santuario de los Santos Mártires se puede contemplar una vista espectacular que alcanza desde Navia hasta coger toda la costa lucense. También vale la pena y son de agradecer tres visitas obligadas, una a los lagos de Silva, donde se extrae oro de las antiguas minas romanas; otra al área recreativa de la Encontrela, donde se encuentra el famoso eucaliptón, que ha sido plantado, según reza la placa que lo acompaña, en 1870, y que cuenta en sus alrededores con la casa palacio del almirante Méndez de Cancio, el primero que trajo a España tres cofres de cedro conteniendo las semillas de maíz, y de ahí que fuera en esta localidad tapiega donde se cultivase el primer maíz de España en 1604.
La tercera podría ser al campo de golf que está resultando un ejemplo para Europa al tratarse de un campo que ha sido creado con poca inversión y que resulta modélico.
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