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El Paseo Nuevo estaba de bote en bote. Tomado por los donostiarras que no se habían ido fuera y por los de fuera que ya por el paseo de Salamanca preguntaban, calculadores, cuánto tiempo se tardaba en cubrir aquel recorrido marítimo. «Media hora larga», les estimaban. Era Domingo de Resurrección, a primera hora de la tarde, y un mundo buscaba mar y sol.
Risas. «Jo, mirad aquel». Enfrente, en el espigón de la playa de la Zurriola, un hombre se mostraba tal cual llegó al mundo. Sabemos que el nudismo está permitido en la playa de Gros. Pero había una vuelta de tuerca entre la práctica del naturismo playero y la figura desnuda de aquel hombre recortada sobre las rocas, como en lejano escaparate, adoptando posturas diríase que de pose, que provocaban que buena parte de los paseantes del otro lado sacasen sus cámaras y entre sonrisas vacacionales fotografiasen al ¿nudista o exhibicionista? Nadie se molestaba en debatirlo.
Más intrigante resultaba, más allá, en la rotonda del Paseo Nuevo, ver una hermosa rosa flotando en el agua. ¿Quién la arrojaría? Rosas en el mar...
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http://www.diariovasco.com/prensa/20070411/san_sebastian/pieles-rocas-rosas_20070411.html
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