domingo, 17 de junio de 2007

Barbacoa en Berlín

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Pulmón verde, cementerio de héroes, paraíso nudista, lugar de citas... Tiergarten es mucho más que un parque

¿Alguien conoce un gran parque central en una capital europea que, junto con ser el obligado pulmón verde de la ciudad, albergue un cementerio donde están enterrados miles de combatientes del Ejército Rojo y ofrezca dos zonas nudistas, una para heterosexuales y otra para homosexuales? El Tiergarten de Berlín, el gran parque central de la capital alemana, es eso y algo más.

El Puente de los Leones, por ejemplo, es famoso por su belleza y por los visitantes que lo frecuentan de día y de noche. En sus alrededores pululan pequeños traficantes de droga y el puente es lugar de encuentro para gays que andan en busca de pareja.

No lejos de allí funciona, cuando el sol brilla y calienta la ciudad, el jardín de cerveza más romántico de Berlín, el Café am Neuen See, construido a orillas de un pequeño lago y justo frente a la elegante y renovada Embajada de España. El lago se convierte en pista de patinaje sobre hielo en invierno y el café estuvo a punto de desaparecer por iniciativa de un ex embajador español, que intentó, sin éxito, cerrarlo para preservar la tranquilidad del lugar.

Como buen parque central, Tiergarten ofrece pistas para corredores y para ciclistas, rutas para los ancianos y zonas donde se puede jugar al fútbol y al volley. Y también sirve de hogar a tres parejas de ratoneros, varios halcones, zorros, conejos, comadrejas, ardillas, mapaches y ratas, muchas ratas.

Todo normal para un parque, pero el Tiergarten no es un parque normal, es un lugar de encuentro y desencuentro, y un espejo del horror que vivió la ciudad durante la guerra. Por ejemplo, el monumento ubicado en la Avenida 17 de Junio.

El monumento, inaugurado en noviembre de 1945 y que sigue siendo uno de los más importante que edificaron los soviéticos en la entonces ciudad devastada, muestra a un soldado rojo de ocho metros de altura, escoltado por dos tanques T-34 que participaron en la conquista de Berlín. Unos 20.000 soldados soviéticos murieron en el asalto a la capital del Tercer Reich; 2.500 de ellos están enterrados en el Tiergarten en la zona donde se levanta el monumento, que es una oda a los triunfadores y un altar profano consagrado a la victoria.

Histórico asesinato

En la noche de 15 de enero de 1919, dos alemanes que intentaron sembrar la semilla del comunismo en Berlín fueron asesinados en este parque: Rosa Luxemburgo y Kart Liebknecht. El cadáver de la famosa revolucionaria fue lanzado a las aguas de un canal por donde hoy transitan lanchas turísticas.

El Tiergarten fue construido hace ya casi 500 años como coto de caza para un duque y adquirió su contorno actual a fines del siglo XIX, pero sólo 560 de sus 30.000 árboles sobrevivieron a la guerra. La población hizo leña con la casi totalidad de los árboles en los inviernos que siguieron al fin de la contienda, mientras que sus casi 210 hectáreas de superficie se convirtieron en una gigantesca huerta, donde los berlineses cultivaron patatas y legumbres. La reforestación se inició en 1949 y duro doce años.

Como en todo gran parque, la mejor forma de conocer sus rincones y secretos es utilizando una bicicleta, una costumbre que, en mi caso, se transforma casi en rutina cuando llega la primavera: mi hijo me obliga los fines de semana a dar un paseo matinal. Al hacerlo es casi imposible evitar el espectáculo que ofrecen los cuerpos desnudos que habitan las dos zonas nudistas del parque. Aunque los alemanes son famosos por su rara habilidad de desnudarse en público, la desnudez germana en el Tiergarten tiene algo de especial, sobre todo la zona gay. En los mejores días de sol, el campo nudista se transforma en un espectáculo hedonista, donde hombres jóvenes, maduros y viejos lucen sus cuerpos embetunados con cremas de protección solar.

Carne, basura y ratas

Desde hace siete años vivo en Berlín y cada primavera he visto al hermoso Tiergarten convertirse en una gran churrasquería. El humo y un olor pegajoso, dependiendo de la dirección del viento, se cuela por las rendijas del palacio Bellevue, la residencia oficial del presidente de este país, e inunda las modernas oficinas de la cancillería. El aroma de las flores y los árboles cambia cada fin de semana o día festivo, cuando verdaderas legiones de residentes turcos y de otras nacionalidades, incluidos un par de alemanes despistados, invaden una vasta zona para instalar sus parrillas portátiles.

No exagero. Ni hijo y yo hemos visto a familias turcas asando sendos corderos con una alegría contagiosa. Los alemanes prefieren asar, por tradición y dinero, sus famosas salchichas. La carne de vaca y puerco suele identificar a los latinos.

La churrasquería del Tiergarten, creo yo, es única en el mundo. ¿Alguien se puede imaginar algo parecido en el Hyde Park de Londres, en el Central Park de Nueva York o en el Retiro de Madrid? Pero la ciudad de Berlín es especial y ofrece incluso instrucciones en cinco idiomas en Internet (www.stadtentwicklung.Berlín.de/umwelt/stadtgruen) para impedir que las fiestas se conviertan en un caos. El problema es la plaga de ratas que se alimenta de los restos y las doce toneladas de basura que se amontonan cada fin de semana

Más información en
http://www.ideal.es/jaen/prensa/20070617/vivir/barbacoa-berlin_20070617.html

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