jueves, 10 de mayo de 2007

(Des)Vestirse

~~~ oOo ~~~

Pienso que a pesar que nos relacionamos a partir de nuestras vestimentas, la forma más íntima de entremezclarnos con otro es justamente desprendiéndonos de ellas. ¿Por qué hay que estar mayoritariamente “en pelotas” para consumar el acto sexual?

El ser humano, a lo largo de la historia necesita de la vestimenta para interpretar un rol. En ciertos rituales los chamanes utilizan prendas de vestir que simulan ciertos dioses o animales, incluso otorgándole poderes sobrenaturales que ayudan a la ceremonia. En la sociedad actual, las vestimentas suelen ser un signo de poder y el vestuario -utilizando el léxico teatral- se usa para representar roles jerárquicos, si no, sólo basta ver a los curas y militares que son un buen ejemplo de todo esto. Todos sabemos que forma se vestir es una forma de ser y estar y juzgamos olvidando que el lobo también puede tener un traje de oveja.

Lo más chistoso de todo, es que pienso que a pesar que nos relacionamos a partir de nuestras vestimentas, la forma más íntima de entremezclarnos con otro es justamente desprendiéndonos de ellas. ¿Es que será que el amor es ciego, sordo, mudo y, además, carente de jerarquización u ornamento? ¿Por qué hay que estar mayoritariamente “en pelotas” para consumar el acto sexual?

Es problema. Para algunos, la luz apagada no es signo de romanticismo, sino más bien de pudor: que estoy gorda, flaca, peludo, vieja, suelta, etcétera, etcétera, etcétera...- y quizás todo parecería tanto más fácil si es que tuviéramos la posibilidad de camuflar nuestra falta de atributos con prendas de vestir, sobre todo esas horribles primeras veces.

No estoy en contra del nudismo, muy por el contrario, soy de esas que se pasean en calzones de manera indiscriminada por el living de la casa, sólo que aquí, la cosa del disfraz erótico me parece que adquiere una lógica particular.

Siempre me ha parecido interesante la relación de estatus que se forma en una pareja y, en base a eso, determinar las fantasías eróticas de cada uno. Él que quiere ser superior le pide a ella que se vista de escolar (aún cuando esta fantasia es un tema particular sobre la reivindicación de muchos que nunca pudieron llevar a sus compañeras de colegio a sus dormitorios) o de secretaria o de prostituta. El asunto es la dominación.

Otros, más sumisos prefieren que la pareja asuma un rol más potente y claramente superior, siempre he pensado que el poder atrae y, aquí, los uniformes reinan por excelencia: el policía, el bombero, el superhéroe y (por qué no en relaciones más bizarras) la figura paterna.

Reflexionaba en torno a esto, cuando estaba frente a una vitrina en el centro de Santiago que exhibía un hermoso y extravagante vestido de látex acompañado de unos cachitos, un tridente y una cola roja. Traté de imaginarme a mí misma dentro de todo ese sexy plástico colorado y con unas botas bien puntudas que me hicieran juego. Me reí sola hasta el café donde me junté con una amiga y le comente mi fantasía. Sin embargo, la que ella me contó me parece digna de ser compartido en esta columna.

Su pareja siempre quiso verla vestida de enfermera. Así es que ella, en un acto de amor enorme (incluso llegué a pensar que sólo lo hizo para mantener la relación viva) compró un delantal blanco unas ligas y una peluca rubia -hay que aclarar que su inspiración era Elle Driver en Kill Bill- para “regar la plantita de su relación”.

Los dos estaban en el dormitorio y ella pensó que el chistecito del disfraz consistía sólo en vestirse diferente esta vez para la actividad sexual normal. Por eso, fue tan terrible para ella que su pareja no quisiera acostarse con ella esa noche, sino que su fantasía consistiera solamente en verla con el atuendo y pedirle que le hiciera una limpieza en “esa zona” con toallas húmedas.
Eso me pareció lo suficientemente freak y, de paso, comprendí que en ese momento ella no llevaba disfraz, sino vestuario. Él no quería a mi amiga disfrazada de enfermera, sino que quería una enfermera de verdad, alguien que interpretara dicho rol.

Mi amiga agacho el moño (o la peluca) y limpió a su paciente con todo el profesionalismo del mundo.

Para la intimidad las particularidades sobran. Las formas que cada uno tiene para encender la pasión son personales y válidas. Lo que sí, me parece que a pesar de las miles de fantasías que puedan haber en torno al ropaje, no hay nada como abrazarse así: tal cual como Dios nos hecho al mundo.

Más información en
http://www.elmorrocotudo.cl/admin/render/noticia/10071

~~~ oOo ~~~

No hay comentarios: