viernes, 28 de septiembre de 2007

El tongo del tanga

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En Lanzarote, el mejor verano siempre llega justo después del verano. Parece un contrasentido, pero es un hecho. Vean no más los días y noches que estamos teniendo en este inicio del otoño, ciertamente espectaculares. Y entonces te colocas en la avenida de Matagorda, por ejemplo, haciendo como que miras los celajes, y ella te echa en cara tu teoría:

- Ños, mi niño, para no gustarte los tangas bien que miras a las que los llevan...

No es el minúsculo trapo, precisamente, lo que andabas mirando, pero tampoco te vas a poner a discutir con este buen tiempo y este espléndido paisaje. Y por supuesto que te mantienes en tu teoría anti-tanga. Se sabe que la moda es la cultura de los que no tienen otra cultura. Y que son malos tiempos aquéllos en los que no se debe decir lo evidente, pero a mí me han dicho en privado todos los hombres que conozco que a ningún congénere normalmente constituido le gusta una mujer en tanga... y mucho menos otro hombre, claro, que es ya el colmo del mal gusto. Me lo confesaba tiempito atrás un amigo que me pedía por lo que yo más quisiera o quisiese que mantuviera su nombre en el anonimato, no sea que vayamos a tener una desgracia familiar (tranquilo, Néstor, ya sabes que sé cumplir una promesa y guardar un secreto):

- Ni a la tía con el cuerpo más perfecto del mundo le queda bien eso. Así que imagínate cómo le sienta a la parienta, que tiene el culo como una zaranda. Pero yo no me atrevo a decírselo a ella porque me da un revés de mano que me revira de espalda. Las mujeres son muy sentidas para esas cosas.

Todos los hombres conocen/conocemos esa verdad elemental. Pero todos callan como putos (con perdón) la evidencia, para no ganarse la antipatía particular de la pareja o la eterna enemistad femenina, feminista o feminoide, que no se la deseo yo ni a mi peor enemigo, porque las mujeres a las buenas son malas, pero a las malas son peores, como es triste fama.

No repetiré aquí, líbreme el Cielo, aquella grosería que van diciendo algunos al respecto del tongo del tanga ("chacho, antes para verle el culo a una mujer tenías que apartarle las bragas, y ahora para verle las bragas tienes que apartarle el culo"), pero parece que ya no estamos solos en el descubrimiento del mal gusto que supone lucir la prenda de marras. La lencería más antisensual que se vio nunca ya ha alcanzado su punto de saturación. "Las ventas de tangas han disminuido", según el jefe de los analistas de indumentarias de una empresa de investigación de mercado de Nueva York: "Las mujeres salieron de la hipnosis delirante que acompaña a menudo a las tendencias de moda y se dieron cuenta de que lo cierto es que el tanga de tiras sencillamente les sienta fatal".

No hay necesidad de volver a las bragas de cuello alto, cristianas, pero la ley del deseo se basa en lo que se insinúa, más que en lo que se muestra... o en lo que se desparrama. De toda la vida de Dios. Es como lo que le dijo Manuel Fraga a Cristina Almeida: “No estoy en contra del nudismo en la playa, señora, sino de que usted lo practique”. Otro machista, el Fraga. (de-leon@ya.com).

Más información en
http://www.cronicasdelanzarote.es/article.php3?id_article=12278

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