miércoles, 22 de agosto de 2007

Semana Grande: año cero

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Un libro recupera la historia del verano donostiarra desde 1876 hasta 2000
Sada repasa el origen de la Aste Nagusia en un ejemplar que sale hoy a la venta

El tranvía eléctrico, que comenzó a funcionar en 1897, circula por la calle Donostia. Aunque aún resonaba en la ciudad el eco de los bombardeos de la reciente guerra carlista, el verano de 1876 estaba próximo y Donostia ansiaba ya recuperar el esplendor turístico perdido durante los años de la contienda. Contra todo pronóstico, el empresario taurino José Arana, de quien se decía que era capaz de dominar las nubes para salvar corridas de la lluvia, construyó en 27 días un coso en Atotxa cuyas actividades se convirtieron en aquel agosto del siglo XIX en germen y epicentro de las primeras fiestas del verano donostiarra.

132 años después, Donostia se recupera bajo el chaparrón de la resaca de una Aste Nagusia no tan diferente de aquella que hace más de cien años divertía a la aristocracia durante sus vacaciones en la ciudad. Los toros, los conciertos y, a partir de 1963, el Concurso Internacional de Fuegos Artificiales han sido los tres pilares sobre los que se ha sustentado durante décadas el programa festivo de lo que se inauguró bajo el nombre de Semana Monumental para pasar después a denominarse Gran Semana y consolidarse, finalmente, como Semana Grande.


Toda la memoria de aquel comienzo y del devenir de la Aste Nagusia se condensa en la nueva publicación del cronista local Javier Sada, cuyo último libro,125 agostos en la historia de San Sebastián, sale hoy a la venta bajo el sello de la editorial Txertoa. En sus casi 400 páginas salpicadas de fotografías de época, en las que se comprueba que la Aste Nagusia no ha faltado a su cita ni siquiera en los años de guerra, el escritor invita a los donostiarras a embarcarse con él en un viaje a través de la prensa local que parte del verano de 1876 y llega a puerto en el año 2000.

125 agostos repartidos en cinco capítulos marcados por el veraneo oficial de regentes, reyes y dictadores, hasta llegar a la democracia.

Desde la playa dividida por sexos hasta la permisión del nudismo en la ciudad; desde el Chofre hasta Illumbe; desde las visitas oficiales de la familia real a la apertura del palacio Miramar a la ciudadanía; desde los desfiles de Franco hasta la supresión de la Salve; desde los carruajes de caballos hasta los automóviles, pasando por el desaparecido tranvía, todo es historia, "pequeña o grande", dice el autor, de una Donostia que se rescata del olvido en las páginas de este ejemplar.

Más información en
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2007/08/22/vecinos/donostia-auzoak/d22don18.701024.php

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